Existen dos temas asociados al ser humano que desde el principio de los tiempos han generado polémicas de todo tipo: sexo y religión.
El sexo es uno de los elementos más importantes dentro de la vida de los humanos. La forma de perpetuar la especie. Y la religión también ha formado parte de nuestro desarrollo espiritual y cultural desde los albores de la civilización.
Me atrevería a asegurar que la religión, como conjunto de creencias y normas de comportamiento para honrar y agradar a tal o más cuál deidad, comenzó a ocuparse del tema sexo desde que el ser humano descubrió a plenitud que el acto sexual no solo era un método para reproducirse, sino una fuente de placer.
Aquí trataré, de forma breve y amena, de ofrecerte una síntesis de la manera en que algunas de entre las muchas religiones, que existen y han existido, ven y consideran el tema del sexo.
Religiones abrahámicas
Bajo esta definición se engloban las llamadas “religiones del libro”, o sea, todas las que descienden de alguna manera de las tradiciones espirituales identificadas con Abraham y consideran la biblia como su norma de fe y conducta (Judaísmo, Cristianismo e Islam).
Judaísmo
No debe confundirse la “tradición judeocristiana” con el judaísmo en su forma tradicional, porque en muchos aspectos, y el tema sexual es uno de ellos, difieren de forma tan notable que llegan a ser diametralmente opuestas.
En el judaísmo la vergüenza por el cuerpo no existe, y esto es algo que se ve claramente en un libro maravilloso como el Cantar de los Cantares, una oda a la armonía, el deseo mutuo y la intimidad sexual de la pareja.
Por supuesto que en el judaísmo hay prohibiciones acerca de ciertas prácticas sexuales: la homosexualidad masculina, el bestialismo, la sodomía y la masturbación, pero no hay ningún tipo de condenación hacia el acto sexual en sí, y jamás han identificado el pecado original con el sexo, sino con la desobediencia: Eva pecó por desobedecer el mandato de no morder la fruta del árbol del conocimiento.
Cristianismo
En el cristianismo, al contrario, las relaciones sexuales sí son normadas con la dureza más extrema. El sexo es identificado con el pecado, y cuando se practica el mismo debe tener como finalidad la reproducción, y no el disfrute o el placer.
Una de las características del cristianismo es que identifica el cuerpo de la mujer como uno de los peores enemigos del alma, y la virginidad y la castidad se consideran entre los más excelsos valores morales.
Tanto es así que el celibato eclesiástico de ambos sexos es una de las tradiciones más identificativas del catolicismo desde la Edad Media.
Pero en este punto sería justo mencionar que desde hace algún tiempo esta postura radical y condenatoria se ha ido suavizando, hasta el punto de que muchas iglesias han aceptado las relaciones homosexuales, siempre que estas sean con mutuo consentimiento y dentro de una relación de hecho.
Islam
En el Islam, por otra parte, no se considera el celibato como una práctica religiosa aceptable, y describe el sexo como un don divino, agradable a los ojos de Dios, ya que fue él quien puso el deseo sexual en nosotros e incentiva a la búsqueda a la búsqueda del placer sexual, tenga o no como fin la procreación.
Eso sí, en el Islam el sexo, con todas las delicias que este trae consigo, está restringido exclusivamente al matrimonio.
Las relaciones prematrimoniales están consideradas pecado. También el adulterio, severamente castigado. Otras prácticas prohibidas son el sexo anal y las relaciones sexuales durante la menstruación, aunque el coitus interruptus sí está permitido como método anticonceptivo.
Hinduismo
En el Hinduismo el tema de la sexualidad y la visión moral sobre la misma es muy variado y difiere mucho, dependiendo de la rama en concreto, porque la inmensa diversidad cultural de la India y su religión también se manifiesta en la forma de ver el sexo y en sus prácticas.
Lo principal sobre este asunto es tener en cuenta que los textos sagrados hindúes son muy vagos acerca del asunto. El tema no está tratado en acápites o libros específicos sobre el tema y todo se basa en interpretaciones, la gran mayoría muy recientes y bajo una óptica completamente occidental.
Lo que sí está claro es que en el hinduismo el sexo no es para nada un tabú. La prueba es la gran cantidad de representaciones sobre el mismo en muchos templos, y la imaginería sexual era celebrada y admirada por todos.
Aunque aquí creo que debo señalar que en el hinduismo la autocontención sexual durante un periodo de la vida, se considera imprescindible para el bienestar y los deberes dhármicos/kármicos de un hindú.
Budismo
A grandes rasgos, la visión sobre el sexo en el budismo se centra en dos maneras de enfocar el tema. Los códigos para los monjes y las reglas para los laicos.
Los monjes, no importa a la escuela o tradición que pertenezcan, están obligados a una estricta observancia del código del Vinaya, que en pali o sánscrito significa “disciplina”, y a un conjunto de más de 250 reglas disciplinarias, entre las cuales, por supuesto, se encuentra la más absoluta prohibición de cualquier tipo de actividad sexual, incluida la masturbación.
Los laicos por su parte, tan solo están regulados por un conjunto de normas de tan solo cinco preceptos éticos entre los cuales están las conductas sexuales incorrectas, que no son más que adulterio, violación, pedofilia y otras parafilias que provoque algún tipo de sufrimiento en otras personas o en uno mismo.
Es importante recalcar aquí que Buda afirmó que la búsqueda de placer sexual es completamente incompatible con la iluminación.
Dos excepciones a esta regla del budismo son las del budismo Vajrayana, o tántrico, influenciado por el tantrismo hindú, que incluyo las prácticas sexuales como parte del camino para lograr la iluminación, y la del budismo japonés, en el que los sacerdotes pueden contraer matrimonio, y por ende mantener una vida sexual activa, siempre y cuando observaran ciertas reglas.
Muy interesante todo este tema acerca de las diferentes visiones del sexo en algunas de las más importantes religiones del mundo, ¿verdad?
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