Pedofilia y pederastia. ¿Dos términos para un mismo padecimiento? ¿Para qué? ¿Existen diferencias reales entre estos dos conceptos?
Es un tema delicado. ¿Verdad? Pero, por la misma razón de su naturaleza sensible, te invito a adentrate un poco más en su comprensión. Y para esto partiremos, como siempre hacemos, de lo básico.
Pedofilia: La palabra deriva del griego “παιδοφιλια”, paidophilia, y éste de “παις-παιδος”, páis-paidós, «muchacho» o «niño», y “φιλíα”, filía, «amistad».
Pederastia: La palabra deriva del griego “παιδεραστία”, paiderastía, siendo páis-paidós «muchacho» o «niño», y “erastês”, «amante».
Como podemos ver, un simple vistazo al origen etimológico de ambos términos revela una diferencia inicial y muy importante, ya existente en los tiempos de la génesis de ambos conceptos.
En la antigua Grecia, se consideraba la pederastia, la relación sexual entre un adulto y un joven púber, como un factor imprescindible para la correcta y saludable interacción entre maestro y discípulo: el amor entre ambos favorecía la transmisión del saber y de las leyes ciudadanas. Por el contrario, la pedofilia, el sexo con prepúberes, era severamente castigado, llegando en muchos casos a merecer el culpable la pena de muerte.
Por otra parte, en la Roma antigua, heredera indiscutible de Grecia en toda su grandeza, pero también de sus peores lacras, la pederastia era aceptada como cosa corriente, pero sin la justificación del componente cívico-educativo con que los griegos ablandaban el asunto. Aunque la pedofilia era también duramente condenada
La pedofilia, desde un punto de vista médico, es una parafilia (patrón de comportamiento sexual en el cual la fuente de placer no se encuentra en la cópula, sino en otra cosa o actividad que acompañe a la misma). Manifestándose este padecimiento en individuos de, al menos, 16 años, quienes obtienen excitación y placer sexual a través de fantasías sexuales con niños de entre 8 y 12 años, manteniendo con respecto a estos una diferencia de edad de, al menos, cinco años.
Entonces, se le denomina pedófilo a la persona que porta este padecimiento.
Se considera pederastía, desde un punto de vista legal, a todo acto o conducta que derive en el hecho de que un menor sea utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder.
Popularmente se suele llamar «pedófilo» a la persona que es hallada culpable de pederastía. Pero en cuestiones legales el término que suele emplearse es el de «abuso sexual infantil».
La razón es que, por un lado, muchos pedófilos no llegan nunca a abusar de niños, quedándose en los límites de la simple fantasía sexual. Por otro lado, algunos abusadores de niños lo hacen como reacción vengativa, un desquite, a causa de alguna frustración con el ámbito adulto, que es donde tiene bien establecidas sus inclinaciones sexuales. Y estos no son, estrictamente hablando, «pedófilos».
Un pedófilo no siempre se convierte en pederasta, porque las conductas pedófilas van desde casos casi inofensivos, hasta otros que sí entran definitivamente y con todas sus letras dentro de una conducta criminal tipificada.
Por lo general el término «pedófilo» se reserva para un tipo concreto de abusador: el primario, caracterizado por el hecho de justificar su inclinación y conducta con criterios racionales.
Lo que sí debe quedar bien claro es que la pederastia es considerada delito por la legislación internacional. La mayoría de los países modernos poseen un derecho penal de acto que castiga la pederastia, el acto de abusar sexualmente de un menor, y no la mera tendencia sexual pedófila.
Aunque, ojo. Puede que un acto de abuso sexual infantil no sea calificado por las leyes como pedofilia. Pero muchos códigos penales sí imponen severas sanciones de hasta tres meses a un año de prisión y multas cuantiosas a conductas como la posesión de material pornográfico en el que se hayan utilizado menores de edad.
Las terapias dirigidas a pacientes que presentan parafilias son, por regla general, tratamientos psicológicos: terapia conductual para inducir cambios en los gustos y costumbres y crear una consciencia sobre el hecho en sí.
Los tratamientos farmacológicos, por otra parte, van orientados a reducir el deseo sexual y reorientar este impulso hacia apetitos y conductas aceptables. Aunque estos tratamientos tienen una taza de éxito lamentablemente baja. El principal problema con ellos es que los pedófilos no suelen colaborar ya que muchos no se consideran a sí mismos enfermos.
También, desde la década del 60, vienen funcionando, con mayor o menor impacto, diversas asociaciones pedófilas, algunas de las cuales abogan por una reducción, e incluso eliminación, de la edad de consentimiento sexual. Otro de sus reclamos es la legalización de la posesión privada de pornografía infantil.
Otras, de corte más humanista, proponen que se reconozca claramente la diferencia existente entre pedofilia, vista como atracción involuntaria hacia prepúberes, y el abuso sexual infantil, tipificado como delito en casi todo el mundo, y que se tenga en cuenta la existencia de pedófilos que no abusan ni desean abusar de niños, y la casi total ausencia de ayuda para aquellos que no buscan relaciones sexuales con menores.
¿Espinoso el tema, verdad? Sinceramente espero haber arrojado algo de luz sobre el asunto y haberte complacido. Recuerda: no dejes de seguir este blog porque aquí siempre encontrarás lo que buscas, conciso, ameno y completamente funcional. Y no olvides dejar tu comentario y compartir este post en tus redes sociales favoritas.
Esta entrada ha sido publicada el 01/10/2020 10:30
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