Quizás el término misofilia no te sea tan familiar, pero si hablamos de un fetiche con la ropa interior seguramente ya tienes algunos ejemplos en mente: desde peticiones extrañas a la pareja, hasta máquinas expendedoras de bragas usadas.
Pero, ¿todo lo que se dice sobre este fetiche es cierto? ¿Por qué las personas pueden sentir atracción hacia la ropa interior usada? En este post te comentamos todo al respecto.
El término misofilia viene del griego “misos” que significa sucio, y “filia” que significa amor. Se traduciría entonces como amor por la suciedad. En realidad, la misogilia es un término que incluye prácticas fetichistas en que se interactúa con sustancias “sucias”, como puede ser el barro, la sangre menstrual, la orina y las heces.
Sin embargo, es más comúnmente asociado con la atracción hacia la ropa interior sucia o usada. Y si bien no es tan común como la atracción por los tacones, las prendas de cuero o el vello corporal, tampoco se debe ver necesariamente como algo enfermizo.
Últimamente, se acepta más el término burusera, para hacer referencia al fetiche de adquirir ropa interior usada (generalmente se ve más el caso de hombres que compran ropa interior, o más específicamente bragas de mujeres):
Teniendo en cuenta quién la ha usado, y bajo qué condiciones, pues no se valora igual una braga que se ha usado tras ir al gym, que una que se utiliza para una masturbación secreta. Los compradores pueden usar la ropa interior usada, admirarla como un coleccionable o masturbarse utilizándola.
De ahí que la fantasía de una conexión erótica con la persona que la utilizó previamente sea crucial.
Puede que los amantes de la cultura japonesa, conozcan ya el término “burusera”. No es otra cosa que un tipo de tiendas establecidas en ese país, y que durante mucho tiempo vendieron bragas usadas por colegialas.
Esta palabra ya parece haberse estandarizado en el occidente para hacer referencia a la compra-venta de bragas. Ya sea como una transacción cara a cara, o mediante tiendas online como Secret Panties, PantyTrust, SellYourPanties, ComprarBragasUsadas, etc.
En nuestra investigación, también hemos encontrado la compra-venta de calcetines usados entre el público gay, de modo que no es una práctica predominantemente heteronormativa. Ahora bien, puede que los calcetines, aunque no siempre se muestran, no se consideren como misofilia, puesto que vendrían a aproximarse más al fetichismo de pies.
Comparado con otras prácticas de estimulación sexual, el fetiche de ropa interior parece bastante inofensivo. Lo cierto es que, si una persona decide comprar lencería usada y hacer con ella lo que quiera en la intimidad, esto no debería molestar a nadie.
El problema es, cuando existe coacción de por medio.
Esto finalmente se regularizó, pero en otros lugares del mundo, aunque no se efectúen normalmente las transacciones con menores de edad. Los compradores son cada vez más exigentes y piden un uso continuo de al menos una semana, lo cual puede desencadenar infecciones y problemas dermatológicos.
El desentendimiento por las consecuencias para la otra persona es una de las características de una parafilia. De ahí que, en determinados casos, podría considerarse a la misofilia como tal.
Esta entrada ha sido publicada el 27/05/2021 11:00
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