Dejando a un lado los comportamientos sexuales penados por la ley, lo cierto es que hay ciertos fetiches que, aunque no son ilegales, sí hacen peligrar la integridad física y/o psicológica de quienes los practican. Y precisamente de ellos hablaré en este post.
La hipoxifilia, hipofixiofilia o asfixiofilia, también conocida como “asfixia erótica” o “asfixia de sometimiento”, consiste en impedir la respiración, ya sea propia o de la pareja, con el fin de obtener satisfacción sexual.
Para ello, se acude a la obstrucción de las vías respiratorias de formas muy diversas: semiestrangulación, uso de cuerdas y mordazas, objetos de plástico o látex para cubrir la cabeza, etc.
En muchas ocasiones, esto ha provocado la muerte de algunos de los practicantes, por lo que se considera un fetiche muy peligroso. Más porque la persona asfixiada es incapaz de hablar y pedirle a su pareja que pare.
En la comunidad LGBT, estas prácticas forman parte del edgeplay (juego al límite) y reciben el nombre de breathplay (juego con la respiración).
También conocida como hematolagnia, la hematofilia está relacionada con el vampirismo y tiene como finalidad el placer o la excitación sexual a través de la sangre.
Esto puede ir desde practicar sexo oral a una mujer con menstruación (menstruofilia o menofilia), hasta usar instrumentos afilados o cortantes para extraer sangre del cuerpo.
Cuando los cortes y otras prácticas por el estilo se combinan con prácticas sadomasoquista, se le llama bloodsports (deportes de sangre) o bloodplay (juego de sangre).
Esto es considerado extremadamente peligroso, no solo por el daño evidente que implica, sino por la posibilidad de infecciones. De hecho, la hematolagnia puede llegar a ser muy peligrosa entre personas que padecen VIH/SIDA y otras enfermedades transmisibles por la sangre.
Como su nombre lo indica, la pirofilia es el amor por el fuego, y consiste en la gratificación sexual recibida al incendiar cosas e incluso quemar partes del cuerpo, como el vello de los brazos o la piel de ciertas áreas, utilizando cerillas o un mechero.
Pero no siempre es necesario el fuego real: a muchos pirófilos les basta una conversación “incendiaria”, imágenes o videos de cosas en llamas para excitarse, el uso de la imaginación, etc.. Estas manifestaciones se consideran inocuas, pero no por ello dejan de ser pirofilia.
Los psicólogos consideran que este amor por el fuego se deriva de un déficit de afecto en la infancia. Y no debe confundirse con la piromanía, que es el gusto por el fuego sin implicaciones sexuales.
Abreviada con frecuencia como “vore”, la vorarefilia es una forma de canibalismo sexual. Implica el deseo de ser comido o comerse a alguien (o de ser digerido o digerir), ya sea en parte o completamente. Esto se relaciona con una situación de dominación o sumisión, según sea el caso, y a veces con la idea de una completa unión con el otro.
Esta parafilia puede manifestarse en forma de fantasía sexual que puede ir desde el imaginarse el acto de comer con la boca, hasta manifestaciones más simbólicas y morbosas como se consumido por una vagina o por la uretra del hombre, por los pezones e incluso el ano.
En este sentido, tiene relación con otros fetiches como la macrofilia (atracción sexual por gigantes) y la microfilia (atracción sexual por pequeños). Pero pocas veces la fantasía se lleva a la práctica, siendo los casos de vorarefilia consumada muy poco frecuentes.
En ocasiones abreviado como “omo”, el omorashi es un fetiche de origen japonés que consiste en llenar la vejiga para excitarse con la sensación de tenerla llena o al mojarse (“omorashi” significa mojarse). Aunque esta práctica es endémica de Japón, también se practica en Occidente.
El fetichista omorashi suele aprovechar ocasiones como estar en la cola para el baño o detenerse frente al inodoro y aguantar la orina. Pero no solo la continencia propia es objeto de fetiche, sino también la de la pareja. En efecto, estas personas disfrutan viendo a la otra persona con la vejiga llena o mojada porque no pudo aguantar más.
Como dato adicional, te digo que muchas personas confunden esto con la urolagnia, pero esto es un error, ya que la urolagnia es la búsqueda de excitación y placer sexual al orinar a la pareja o ser orinado por ella. En este sentido, aunque tienen la orina en común, una se trata de contención y la otra de liberación.
El peligro del omorashi reside en que retener la orina con asiduidad puede causar desde infecciones como la cistitis, hasta disfunciones del sistema urinario y cólicos nefríticos, por citar ejemplos. De ahí que los expertos adviertan contra hacer del omorashi una práctica habitual.
Hasta aquí, los 5 fetiches sexuales más peligrosos. Si te gustó el artículo, compártelo en tus redes sociales o déjame un comentario, justo aquí abajo, para saber qué piensas.
Esta entrada ha sido publicada el 18/06/2020 10:30
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