La eterna paradoja en el terreno de las relaciones sexuales es y será siempre la cuestión referente a dominar en el sexo. Mientras que en el día a día, resulten condenables y totalmente fuera de lugar actitudes dominantes ya sea por parte de mujeres como de hombres, en la intimidad se establecen roles de dominación-sumisión en mayor o menor medida.
Hoy te explicamos en qué consiste la dominación durante el sexo, y por qué las personas desean tener el control en estas circunstancias.
Entender primero qué es la dominación en las relaciones sexuales es esencial para comprender por qué la deseamos. Podemos decir que la dominación sexual es la actitud activa y agresiva que puede adoptar cualquiera de los dos miembros de la pareja.
Esta agresión se extiende desde el plano psicológico, cuando la persona dominante actúa sin pensar en los deseos de su pareja; hasta el plano físico, en que se emplea la fuerza, las ataduras, fuertes agarres o embestidas para forzar la sumisión en el otro.
Pero ¡Cuidado! Cualquier intento de dominación no consensuada por parte de la pareja constituye una violación. Por ende, la dominación en el terreno sexual debe ejercerse luego de una conversación al respecto.
Según múltiples estudios psicológicos, tanto hombres como mujeres están programados de modo instintivo para ser dominante y dominada. Dado el proceso de emancipación femenina, actitudes dominantes por parte de los hombres son totalmente indeseadas fuera del terreno sexual.
Por lo que ser dominadas durante el sexo, nos permite a las féminas liberarnos por un rato de decidir qué nos dará placer y de qué forma.
¿Y qué hay de los hombres? Ser dominantes les atrae pues les permite sentirse al mando en la relación (porque está claro que las chicas llevan las riendas, ¿no?). Ser dominados igualmente les excita, porque de ese modo se sienten libres de la presión de ser quienes proveen el placer y satisfacción femenina.
Queda patente entonces, que tanto hombres como mujeres deben cambiar los roles de dominación y sumisión de manera dinámica en favor del equilibrio de la relación.
Henry Kissinger afirmaba: “El poder es el afrodisíaco más potente” Podríamos decir que aquel que domina obtiene una mayor gratificación sexual.
Pero, ¿en manos de quien está realmente el poder en una relación sexual?
Cuando un hombre se encuentra tan atraído o enamorado de una mujer, que resulta un “esclavo” de su pasión por ella, ¿es él quien está a cargo de la relación? Por mucho que sea un macho alfa dominante, su deseo por ella termina poniéndola en control de la relación.
La sumisión y pasividad de una fémina en las relaciones sexuales puede ser vista entonces como un rasgo de dominación, una contradicción que despierta muchas más preguntas al respecto.
Como mujer, puedo atreverme a afirmar que la mayoría de nosotras tenemos una relación muy compleja con nuestro deseo de ser dominantes o sumisas, incluso más problemática que la de los hombres. Sin embargo, cuando se entiende que dominar en el sexo es simplemente un juego, se logra sin dudas un aumento espectacular de la excitación en el momento.
Sólo déjate llevar y conecta con tus instintos, muchas veces romper los tabúes referentes al poder relacional nos hace experimentar orgasmos mucho más intensos.
Esta entrada ha sido publicada el 16/12/2020 09:30
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