La disfunción sexual femenina es un trastorno producido por un cambio significativo en el comportamiento sexual de la mujer que lo padece. Aunque existen disfunciones sexuales masculinas y femeninas, estas últimas despiertan más preocupación en ambos sexos pues muchas veces pasa desapercibida por parte de la pareja.
Por eso en este post tratamos el tema, para aclarar conceptos, especificar los síntomas y manifestaciones del trastorno.
Se considera disfunción sexual femenina cuando disminuyen o desaparecen los pensamientos y fantasías sexuales por parte de las féminas, y se evitan a toda costa las relaciones íntimas. Las mujeres se tornan incapaces de disfrutar el coito, lo que afecta la calidad de vida y de la relación de pareja.
Si hablamos de los tipos de disfunciones sexuales en las féminas, se trata de 4 áreas en las cuales suelen presentar dificultades: deseo, excitación, orgasmo y dolor asociado al coito. Cada uno con sus síntomas característicos:
Ocurre cuando se experimenta una falta total de deseo. En ciertos momentos de la vida esto es más frecuente, por ejemplo: el embarazo y parto, la lactancia y la menopausia. Así mismo, en períodos de crisis o enfermedades.
En algunos casos estas etapas suelen transcurrir con normalidad, pero en otros la situación puede volverse crónica.
Durante la excitación sexual femenina, se producen una serie de cambios físicos en el órgano sexual femenino: lubricación, incremento del flujo sanguíneo, alargamiento y agrandamiento de la vagina, etc.
Todo esto para facilitar la penetración, evitando sensaciones de incomodidad durante el coito. Pero estos cambios no solo son corporales, sino también mentales. Recordemos que las hormonas responsables del placer como la dopamina y endorfina se originan en el cerebro.
Cuando no se lleva a cabo este proceso y sus manifestaciones biológicas en el organismo, hablamos de un trastorno relacionado con la excitación sexual.
Existen varios tipos de dolor durante el coito, que pueden ser consecuencia de ETS, inflamación de la pelvis, tumores o quistes uterinos o vaginales, falta de lubricación, alergia al látex o espermicidas, etc.
Aunque también pueden tener un origen emocional relacionado con estados de ansiedad y nervios. En este último caso, también destaca el vaginismo, que es una contracción involuntaria de la vagina que hace difícil, cuando no imposible la penetración, y cuando esta ocurre es muy dolorosa.
Para comenzar, debemos aclarar que no existe un tratamiento que sea efectivo para todas las mujeres. Por eso resulta esencial conocer el origen del problema, para tratarlo correctamente.
Las opciones básicas de tratamiento incluyen terapia sexual, psicosexual y farmacológica. Esta última se basa en parches trans-dérmicos de testosterona, que libera dosis muy bajas de la hormona para reestablecer el deseo y la respuesta sexual femenina a nivel orgánico.
La terapia sexual ha mostrado muy buenos resultados cuando la disfunción se asocia a malestares emocionales o psicológicos.
Aunque existen muchos remedios para la impotencia femenina que pueden emplearse como terapias alternativas: aromaterapia, afrodisíacos, juguetes sexuales, etc. Nada sustituye la visita a un especialista cuando la interacción sexual causa malestar físico o emocional.
Recuerda que la disfunción sexual femenina es un problema que muchísimas mujeres enfrentamos: No te avergüences, busca apoyo en tu familia, pareja y la asistencia profesional.
Esta entrada ha sido publicada el 03/03/2021 10:00
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