En la época victoriana, la moral, el puritanismo y los valores castos alcanzaron su apogeo. Estamos hablando de una etapa de la historia en que el matrimonio de conveniencia, el sexo desligado del placer y la represión de la sexualidad eran la norma no solo en Reino Unido, sino en la mayoría de los países de Europa y sus colonias.
Por eso, hoy quiero darte 5 curiosidades sexuales de esta época en que la mujer no era considerada más que un ser débil y un “mal necesario” para la procreación de la especie. Esta clase de miradas al pasado nos permite darnos cuenta de lo que hemos avanzado en materia sexual y de pensamiento en cuestión de apenas siglo y medio.
En la época victoriana, los matrimonios de conveniencia eran una costumbre muy extendida, a pesar de que el arte hacía apologías al amor. Y la satisfacción sexual de los esposos era algo de lo que ni siquiera se hablaba. De hecho, se consideraba que el sexo en el matrimonio tenía únicamente fines reproductivos.
Así que las mujeres vivían permanentemente insatisfechas o simplemente resignadas a una vida sexual carente de placer. Y tampoco podían buscar algo de consuelo en la masturbación, ya que se consideraba que hacerlo las podía volver locas o infértiles.
Los hombres, que tampoco encontraban satisfacción con sus esposas, optaban por frecuentar los burdeles y tenían muchas amantes. De hecho, la prostitución no solo era abundante en esta época, sino tolerada y hasta aplaudida.
La insatisfacción femenina en materia sexual era vista como un trastorno mental llamado “histeria femenina”, que debía curarse mediante psicoanálisis y tratamientos con medicamentos. De hecho, a estas mujeres se las tildaba de “histéricas” y muchas terminaban hospitalizadas en instituciones psiquiátricas.
Los médicos tenían claro que el origen de esta “enfermedad” estaba en la insatisfacción sexual. Así que se puso de moda un tratamiento consistente en masajear los genitales de sus pacientes hasta que estas alcanzaban el orgasmo. Esto, al parecer, puso fin al mito social de que la masturbación era nociva para la salud.
Tal era la cantidad de pacientes “histéricas”, que el médico británico Joseph Mortimer Granville decidió “automatizar” un poco el proceso de masturbar a sus pacientes e inventó, en 1870, el primer vibrador electromecánico. Este aparato podía “aliviar” los síntomas de la histeria femenina en menos de 10 minutos, y fue todo un éxito.
Para evitar un embarazo no deseado, después del coito la mujer debía montar a caballo, caminar por un terreno muy irregular o ponerse a bailar inmediatamente, supuestamente para expulsar el semen. Fuera de ello, no se conocía ningún otro método anticonceptivo, aunque sí muchos para conseguir el aborto.
Durante la menstruación, las mujeres adineradas podían quedarse descansando hasta que les pasara. Pero las trabajadoras no podían darse ese lujo y debían continuar con sus actividades, ocultando como pudieran el sangrado. Para ello, empleaban pedazos de tela que se colocaban en la entrepierna, un método bastante antihigiénico aunque, al parecer, el único que tenían a su disposición.
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Esta entrada ha sido publicada el 13/01/2021 10:30
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